cirugía plástica
Cómo Reducir la Grasa Visceral con la Dieta Mediterránea Adaptada a Colombia Pte 2
Propuesta de manejo: Plan nutricional y recomendaciones específicas para pacientes. de la Importancia de reducir la grasa visceral y sus riesgos para la salud Bibliografía: Referencias científicas de estudios recientes.
DIETAS
Dr Fabian Andres Orozco Rodriguez
2/26/202513 min read


Adaptación de la dieta mediterránea a los alimentos de Colombia
Aplicar los principios de la dieta mediterránea en Colombia es totalmente posible aprovechando los alimentos locales. Si bien algunos ingredientes emblemáticos (como aceite de oliva, aceitunas o ciertas hierbas mediterráneas) no son autóctonos, pueden conseguirse en supermercados; además, existen equivalentes colombianos que aportan beneficios similares. A continuación, se describen adaptaciones prácticas:
Aceite saludable: En la dieta mediterránea el aceite de oliva extra virgen es la grasa de elección por su riqueza en ácidos grasos monoinsaturados. En Colombia, este se puede usar en ensaladas y preparaciones frías; para cocinar, también se consigue aceite de oliva refinado o mezclas vegetales. Sin embargo, un sustituto local excelente es el aguacate. El aguacate es rico en las mismas grasas monoinsaturadas cardioprotectoras que el aceite de oliva, por lo que consumir aguacate como parte de las comidas (por ejemplo, en rodajas sobre una tostada integral o en ensaladas) ayuda a obtener esas grasas saludables (La dieta mediterránea al estilo colombiano). Incluso se puede usar puré de aguacate como aderezo en lugar de mantequilla o margarinas. Otro aceite vegetal común es el de canola, que también tiene buen perfil graso, pero siempre es preferible limitar cualquier aceite refinado en exceso y priorizar las grasas en su forma original (p. ej., la aceituna o el aguacate entero, las nueces, el coco en poca cantidad).
Frutas y verduras: Colombia goza de una enorme diversidad de frutas y hortalizas durante todo el año, gracias a sus pisos térmicos y climas variados. Esto facilita cumplir la recomendación mediterránea de hacer de las frutas y verduras la base de la alimentación. En cada comida principal, la mitad del plato debe cubrirse con vegetales. Aproveche ensaladas frescas con ingredientes locales (lechuga, espinaca, tomate, cebolla, pepino, zanahoria, etc.), platos tradicionales de verduras (como el hogao a base de tomate y cebolla, o preparaciones de berenjena, zucchini, etc. disponibles) y agregue vegetales a sopas y guisos. Las frutas frescas tropicales (papaya, piña, mango, banano, guayaba, maracuyá, etc.) son excelentes para desayunos, postres saludables o meriendas, aportando fibra, vitaminas y antioxidantes. Por ejemplo, en lugar de postres dulces procesados, se puede servir una porción de frutas variadas. Gracias a la riqueza agrícola del país, “los colombianos no tenemos otra opción distinta de aprovecharlas al máximo” enfatiza una especialista (La dieta mediterránea al estilo colombiano).
Cereales y carbohidratos: La dieta mediterránea tradicional incluye cereales principalmente integrales (pan de trigo integral, pasta al dente, arroz integral) y tubérculos en moderación. En Colombia, las fuentes de carbohidrato pueden adaptarse buscando las menos refinadas. Se recomienda preferir el arroz integral sobre el blanco cuando sea posible, así como la avena en hojuelas (un desayuno típico como avena con leche descremada y fruta es muy mediterráneo). El maíz es básico en nuestra dieta: una opción es consumir la tradicional arepa de maíz en lugar del pan blanco. La arepa (especialmente si es de maíz biofortificado o con grano entero) tiene un índice glucémico moderado y sus características nutricionales evitan la acumulación de grasa excesiva, según expertos (La dieta mediterránea al estilo colombiano). Siempre que sea posible, elija harinas de grano entero o mezclas con afrecho. Otros tubérculos como la papa y la yuca pueden consumirse con moderación; ideal prepararlos al horno, sancochados o en puré ligero, evitando frituras. De hecho, se sugiere consumir las papas con cáscara para aprovechar su fibra (por ejemplo, la papa criolla asada con cáscara). La quinua (quinoa), aunque originaria de los Andes peruanos/bolivianos, hoy se consigue en Colombia y es un “pseudo-cereal” integral rico en proteína y fibra que puede usarse como reemplazo de arroz. En resumen, el enfoque es priorizar los carbohidratos complejos y de absorción lenta, que mantengan la glicemia estable y brinden saciedad prolongada, en lugar de harinas refinadas, panes blancos, postres y bebidas azucaradas que fomentan depósitos de grasa visceral.
Legumbres y proteínas vegetales: Un pilar de la dieta mediterránea es el consumo alto de legumbres (fríjoles, lentejas, garbanzos, arvejas) como fuente de proteína vegetal, fibra y micronutrientes. Afortunadamente, las leguminosas son parte de la tradición culinaria colombiana (fríjoles en la región andina y paisa, lentejas guisadas, garbanzos en sopas, menestras en la costa, etc.). Se recomienda incluir legumbres en mínimo 3-4 comidas por semana. Sustituir parte de la carne por legumbres ayuda a reducir grasas saturadas y aumentar fibra, contribuyendo a menos grasa abdominal. Por ejemplo, en lugar de carne molida en un guiso, usar lentejas; o preparar un chili con fríjol rojo y vegetales. También la soya (tofu, edamames) es una leguminosa con proteína de alta calidad que puede incorporarse si está disponible. Las legumbres dan saciedad prolongada y mejoran el control glucémico, alineándose perfecto con el objetivo de reducir grasa visceral.
Proteínas animales magras: La dieta mediterránea recomienda pescado como principal proteína animal, seguido de aves y huevos en moderación, y pocas carnes rojas. En Colombia, aprovechar nuestra riqueza en pescados es ideal: en las costas se dispone de pescados de mar (atún, pargo, mojarra, róbalo, sardinas, etc.) y en el interior trucha, bagre y pescados de río, además de pescados de cultivo (tilapia, cachama). El pescado azul (graso) como atún, sardina, salmón (importado) o la misma trucha son ricos en ácidos grasos omega-3 beneficiosos que ayudan a reducir la inflamación y pueden influir en una mejor distribución de la grasa corporal. Se aconseja consumir pescado al menos 2 veces por semana (La dieta mediterránea al estilo colombiano), ya sea a la plancha, al horno o sudado. Si el pescado fresco no es accesible, opciones enlatadas como atún y sardinas en agua (enjuagando el exceso de sodio) también aportan omega-3. En cuanto a carnes blancas, el pollo sin piel y el pavo son buenas fuentes proteicas bajas en grasa saturada; se pueden ingerir varias veces a la semana en porciones moderadas (por ejemplo, pechuga a la plancha, guisos de pollo con verduras, etc.). Los huevos se permiten de forma moderada (unos 3-4 por semana), siendo una fuente de proteína económica y nutritiva; se pueden consumir hervidos, en omelette con vegetales, etc. Carnes rojas (res, cerdo, cordero) y embutidos se deben limitar: la dieta mediterránea tradicionalmente incluye carne roja sólo un par de veces al mes. En Colombia, donde el consumo de carne de res es frecuente, conviene reducir su frecuencia y cantidad; escoger cortes magros (posta, lomo) y preparar a la plancha u horno evitando fritos. Una estrategia es usar porciones pequeñas de carne roja como complemento y no como centro del plato, o reemplazarla por legumbres en algunas preparaciones (La dieta mediterránea al estilo colombiano).
Lácteos: En el Mediterráneo se consumen lácteos principalmente en forma de yogurt y quesos frescos, en cantidades moderadas. En Colombia se puede incluir yogur natural o yogur griego (sin azúcar añadida) como parte del desayuno o merienda, aportando proteínas y probióticos beneficiosos para la flora intestinal (una buena salud intestinal se asocia con menor inflamación sistémica). El queso, preferiblemente blanco bajo en grasa o campesino, en porciones pequeñas (por ejemplo, un pedazo de queso costeño o cuajada espolvoreado sobre ensalada). Evitar quesos muy grasos o madurados en exceso. La leche puede ser descremada o semidescremada si se consume.
Frutos secos y semillas: Un componente importante de la dieta mediterránea es el consumo de frutos secos (nueces, almendras, pistachos, maní) y semillas (girasol, ajonjolí, etc.), que aportan grasas saludables, proteína vegetal, minerales y antioxidantes. En Colombia el maní es asequible y tradicional (aunque técnicamente es leguminosa, nutricionalmente se comporta como fruto seco); se puede consumir maní tostado sin sal como snack saludable en vez de paquetes ultraprocesados. También se consiguen almendras, nueces, merey (anacardo/cashew) importados, que aunque costosos, con un puñado (30 g) un par de veces por semana brindan beneficios. Las semillas de chía y linaza merecen mención especial como superalimentos locales: la chía (originaria de Mesoamérica) y la linaza o lino (cultivada en regiones andinas) son ricas en omega-3 de origen vegetal, fibra soluble y antioxidantes. Incorporar una cucharada de chía o linaza molida al día en un batido, en la avena o espolvoreada en ensaladas puede mejorar la saciedad y contribuir a reducir la grasa visceral al mejorar el perfil metabólico. De hecho, meta-análisis de ensayos clínicos han mostrado que consumir linaza de forma regular se asocia con reducción de peso y cintura en adultos con sobrepeso ( Whole flaxseed reduces body weight, waist circumference in adults with obesity ) ( Whole flaxseed reduces body weight, waist circumference in adults with obesity ). Los frutos secos y semillas son calóricos, pero muy nutritivos; la clave es consumir un puñado en lugar de snacks menos saludables, para aprovechar sus grasas buenas que, paradójicamente, ayudan a “quemar” grasa dañina al mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación.
Hierbas y especias: En vez de abusar de la sal (que puede causar retención de líquidos e hipertensión), la cocina mediterránea realza sabores con hierbas aromáticas (orégano, albahaca, romero, tomillo) y especias. En Colombia podemos emplear tanto hierbas locales (cilantro, perejil, hierbabuena) como especias importadas que son ya comunes (orégano, laurel, albahaca seca, cúrcuma, jengibre, etc.). Estas no solo mejoran el sabor sino que muchas tienen propiedades antioxidantes. Por ejemplo, el ajo y la cebolla sofritos en aceite de oliva forman la base de muchos platos mediterráneos; esto equivale a nuestro hogao. Hierbas como orégano y tomillo crecen en clima frío colombiano y se usan en platos criollos (como en el mute santandereano); usarlas generosamente puede ayudar a reducir la necesidad de sal adicional. La cúrcuma (palillo) y el jengibre son raíces con efecto antiinflamatorio: se pueden añadir a sopas, guisos o batidos. Un toque de ají picante (chile) o pimienta también acelera ligeramente el metabolismo. En suma, condimentar con hierbas y especias es una forma de hacer más apetecibles las preparaciones saludables y contribuir a la salud.
En general, adaptar la dieta mediterránea al estilo colombiano implica mantener sus pilares: abundancia de plantas, proteína magra principalmente de mar y río, grasas saludables de origen vegetal, y mínimas cantidades de productos procesados o carnes grasas. Muchos platos típicos se pueden versionar de forma mediterránea. Por ejemplo, un almuerzo alineado con esta dieta podría ser: filete de pescado a la plancha marinado con hierbas, acompañado de arroz con verduras y una ensalada de aguacate y tomate; de postre, una porción de piña o sandía. O un desayuno con arepa de maíz con queso fresco bajo en grasa y rodajas de aguacate, más una taza de fruta picada con yogur y semillas de chía. Incluso un ajiaco o sancocho se puede hacer más mediterráneo sirviendo mucho más vegetal que carne, quitando la piel del pollo, moderando las porciones de papa/yuca y acompañando con aguacate. Se trata de hacer uso de nuestros ingredientes tradicionales pero siguiendo las claves de la dieta mediterránea (mucho vegetal, grasa buena, proteína magra, poca azúcar refinada). Adoptando estas pautas en Colombia, estaremos imitando el “estilo de vida mediterráneo” que conlleva longevidad, menor obesidad central y corazones más sanos (La dieta mediterránea al estilo colombiano).
Complementos alimenticios locales para potenciar la reducción de grasa visceral
Además del plan alimentario base, existen complementos naturales, batidos y “superalimentos” locales que pueden ayudar a acelerar la pérdida de grasa visceral o mejorar el metabolismo cuando se integran a una dieta equilibrada. Si bien no hay productos mágicos, algunos alimentos poseen propiedades beneficiosas respaldadas por la ciencia:
Batidos verdes y jugos saludables: Preparar batidos con vegetales de hoja verde, frutas y semillas es una manera práctica de aumentar el consumo de fibra, vitaminas y antioxidantes. Por ejemplo, un batido verde con espinaca, pepino, piña y jengibre es refrescante y nutritivo. La espinaca aporta fibra y magnesio, la piña contiene bromelina que ayuda a la digestión, el pepino hidrata con pocas calorías y el jengibre tiene efecto termogénico ligero (aumenta ligeramente la quema de calorías). Consumido en ayunas o como merienda, un batido así puede contribuir a la pérdida de grasa corporal (5 batidos para bajar de peso y quemar grasa ¡Tómalos en ayunas! | EL ESPECTADOR). Otro batido recomendado es de papaya con avena y yogur: la papaya mejora el tránsito intestinal y es baja en azúcar, la avena brinda fibra soluble (saciando y reduciendo colesterol), y el yogur aporta proteínas y probióticos; esta combinación ayuda a aplanar el abdomen de manera saludable. Incluso se pueden incorporar grasas buenas en batidos, como medio aguacate o un puñado de almendras, para mejorar la saciedad. Un ejemplo es el batido de aguacate, banano y espinaca con zumo de limón, que aporta crema saludable y nutrientes (5 batidos para bajar de peso y quemar grasa ¡Tómalos en ayunas! | EL ESPECTADOR). Es importante recordar que estos batidos son complementarios: deben usarse como parte de la dieta (por ejemplo, en vez de desayunos ricos en harinas refinadas o como sustituto ocasional de cena ligera), pero no reemplazan por sí solos una alimentación balanceada (5 batidos para bajar de peso y quemar grasa ¡Tómalos en ayunas! | EL ESPECTADOR). También se debe procurar no añadir azúcar ni exceso de frutas para que no resulten demasiado calóricos; endulzar con la propia fructosa de la fruta o con un poco de stevia/miel opcional.
Té verde y otras infusiones: El té verde ha sido destacado como una bebida aliada para reducir la grasa abdominal. Es rico en catequinas, unos antioxidantes que según estudios favorecen la quema de grasa y la reducción del perímetro de cintura al estimular el metabolismo. En el estudio mencionado de la dieta mediterránea verde, los participantes tomaban 3 a 4 tazas diarias de té verde como fuente adicional de polifenoles (Green Mediterranean diet is best for reducing harmful visceral fat). En Colombia, aunque el té verde no es tradicional, hoy en día es fácil de conseguir en supermercados y tiendas naturistas. Incluir varias tazas de té verde (caliente o frío) al día, sin azúcar, puede ayudar a oxidar grasa; incluso un batido de té verde con cítricos (mezclando té verde frío con jugo de naranja y limón) es una opción sabrosa para mejorar la digestión y apoyar la pérdida de grasa (5 batidos para bajar de peso y quemar grasa ¡Tómalos en ayunas! | EL ESPECTADOR). Otras infusiones locales que pueden contribuir son el té de jamaica (flor de hibisco), conocido por ayudar a regular el colesterol y tener efecto diurético suave, y el té de jengibre con limón, que combina el efecto termogénico del jengibre con la vitamina C del limón. Asimismo, la tradicional agua de panela con jengibre o limón puede tomarse sin añadir mucha panela para aprovechar líquidos calientes que aumentan la saciedad.
Semillas de chía y linaza: Ya mencionadas en la adaptación local, estas semillas son consideradas superfoods. La chía, al remojarse, libera un gel soluble que llena el estómago dando saciedad con muy pocas calorías, además de aportar omega-3. Un vaso de “agua de chía” (1 cucharada de chía en agua con zumo de limón) en ayunas es un remedio casero popular para la digestión y para “quemar grasa”; si bien por sí solo no hace milagros, sí puede ayudar a controlar el apetito a lo largo del día. La linaza por su parte, molida y espolvoreada en ensaladas, batidos o en un vaso de agua, aporta lignanos y fibra que regulan el tránsito intestinal y pueden ayudar a reducir la grasa visceral. Evidencia científica sugiere que añadir linaza dentro de una dieta hipocalórica puede potenciar la pérdida de peso y disminuir marcadores inflamatorios asociados a obesidad (Impact of weight loss diet associated with flaxseed on inflammatory ...). Un consumo recomendado es 1 cucharada (10 gramos) de linaza molida al día; siempre acompañada de suficiente agua para evitar estreñimiento.
Vinagre de manzana: Aunque la evidencia es mixta, algunos estudios pequeños sugieren que el consumo de vinagre de sidra de manzana diluido en agua antes de las comidas podría ayudar a reducir la acumulación de grasa abdominal, al mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir picos de glucosa. Este es un remedio popular: tomar 1-2 cucharadas de vinagre de manzana en un vaso de agua, quizá con un poco de limón, antes de almorzar. Si el paciente lo tolera (sabiendo que puede ser fuerte para el estómago de algunos), podría incorporarlo, pero siempre como complemento y no excediendo la dosis (ya que en exceso puede ser perjudicial para el esmalte dental y la mucosa gástrica). Alternativamente, usar vinagre de manzana u otros vinagres en aderezos para ensalada es una forma segura de incluirlo.
Probióticos y fermentados: La salud intestinal influye en el metabolismo y la distribución de la grasa. Consumir alimentos fermentados con probióticos puede contribuir a un microbioma equilibrado que facilite mantener un peso sano. En Colombia se puede recurrir al yogur probiótico, el kéfir (algunos lo preparan casero con nódulos de kéfir en leche), el kumis artesanal, o incluso vegetales fermentados tipo chucrut casero (col fermentada) si se desea experimentar. Aunque faltan estudios conclusivos sobre probióticos específicos para reducir grasa visceral, una microbiota diversa está asociada a menor inflamación y mejor manejo energético. Por lo tanto, vale la pena incluir una porción diaria de fermentados naturales.
Superalimentos autóctonos: Varios alimentos locales, por su densidad nutricional, pueden considerarse “superalimentos” que apoyan la reducción de grasa visceral indirectamente. Por ejemplo, la guayaba es una fruta muy rica en fibra soluble y vitamina C, que sacia mucho con pocas calorías; tomar un jugo de guayaba sin colar (con la pulpa) endulzado con stevia es mejor que un jugo filtrado de otras frutas más azucaradas. El ají picante como el ají amazónico o chiles que se consiguen en la costa, contiene capsaicina que puede aumentar ligeramente el gasto energético después de su consumo y reducir el apetito, por lo que añadir unas gotas de picante a las comidas (si se tolera) puede dar un pequeño empujón al metabolismo. El cacao puro (granos de cacao o cacao en polvo sin azúcar) es otro superfood: es abundantísimo en polifenoles. Consumir una bebida de cacao puro con leche descremada y sin azúcar, o agregar cacao en polvo a un batido, brinda antioxidantes similares a los del chocolate oscuro pero sin las calorías del azúcar. Esto podría ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina. Colombia, siendo productor de cacao, puede aprovechar esta riqueza: una taza de chocolate amargo (mínimo 70% cacao, con edulcorante ligero) ocasionalmente encaja en la dieta mediterránea y añade polifenoles beneficiosos.
Hidratación con agua y bebidas naturales: A veces la sensación de hambre es en realidad sed. Mantenerse bien hidratado es importante para metabolizar eficientemente las grasas. Se recomienda tomar agua simple a lo largo del día (8 vasos, ~2 litros, o más si se realiza actividad física intensa o si el clima es cálido). También se pueden incluir aguas saborizadas caseras (por ejemplo, agua con rodajas de pepino, limón y hierbabuena) en lugar de gaseosas o jugos azucarados. Evitar las bebidas azucaradas es fundamental: un consumo elevado de azúcares líquidos se ha asociado con incremento de grasa abdominal. En cambio, beber suficiente agua puede aumentar ligeramente la tasa metabólica (el proceso de termogénesis por agua indica que beber agua fría quema unas pocas calorías al calentarse en el cuerpo) y ayuda a controlar el apetito.
En conclusión, estos complementos alimenticios locales y superalimentos pueden potenciar los efectos de la dieta mediterránea adaptada. Combinando batidos nutritivos, infusiones como el té verde, semillas altas en fibra, especias, probióticos y buena hidratación, logramos un entorno nutricional óptimo para que el cuerpo reduzca gradualmente la grasa visceral. Eso sí, es importante enfatizar que no existe atajo milagroso: la constancia en una alimentación balanceada y un estilo de vida saludable es la clave real para ver resultados sostenibles en la reducción de la grasa abdominal.
en el próximo blog vamos a hacer una propuesta de dieta para que te alimentes de la mejor manera